Volvemos con fuerza, la razón de la larga ausencia ha sido, precisamente, terminar con uno de los proyectos ambiciosos que teníamos en mente y que tiene una relación directa con este blog: una tesis doctoral sobre el cine de terror de Narciso Ibáñez Serrador llamada "Aportaciones de Narciso Ibáñez Serrador al cine fantástico-terrorífico español" y que podéis consultar aquí.
Os haremos un breve resumen del trabajo y continuaremos con la idea que inició este blog: la divulgación de una de las partes más desconocidas de la cinematografía española: el cine de terror de finales de los años 60 hasta mediados de los 70.
Esta investigación está centrada en la figura de Narciso Ibáñez Serrador como autor perteneciente a los géneros del fantástico y del terror, y más concretamente en su vertiente como director cinematográfico, aunque repasaremos también su faceta televisiva al considerarla un claro precedente. Reconocemos una fascinación personal por el género desde la infancia y eso nos llevó a reivindicar, desde la investigación, una parte de la cinematografía española de una intensa producción que consideramos no es todo lo conocida que debería. Y en esa reivindicación, Ibáñez Serrador cobra fuerza por varios motivos:
- el primero es que su faceta como director es menos conocida, quizás fue eclipsada por el éxito arrollador de su creación, el concurso televisivo “Un, dos, tres… responda otra vez”;
- y el segundo es su diferenciación estilística y narrativa con respecto a la tendencia preeminente durante la llamada “Edad de oro” del cine fantástico-terrorífico español, una época en la que España se puso a la cabeza de las producciones del género.
El cine de terror es uno de los géneros que mejor pone de manifiesto los traumas por los que una sociedad ha pasado o está pasando, bien para servir de válvula de escape a los autores, o bien a los espectadores. Los ciclos de terror más conocidos han coincidido, casi siempre, con épocas convulsas de la historia y el final de la década de los 60 está marcada, en España, por los últimos coletazos del franquismo y los cambios sociopolíticos derivados. Era, por tanto, el entorno ideal para que el género fantástico-terrorífico fructificara, a pesar de que en este país no existiera una tradición previa y sólida del género, como veremos a continuación.
Para intentar evitar repetir esos errores conceptuales hemos creído necesario añadir unas líneas, sin profundizar en el tema, para hacer patente lo complicado de delimitar el término “fantástico”, así como dejar constancia de la ausencia de una definición clara y aceptada por todos los estudiosos del género. Lo único en lo que parece haber acuerdo es que el término “fantástico” mantiene cierta relación con lo ambiguo. “Lo fantástico” supone la presencia de un conflicto entre lo que el receptor considera propio de su realidad y esos elementos que añade el autor en el relato que le provocan la inestabilidad de su mundo conocido. Y es en esa inestabilidad donde algunas de las emociones que pueden surgir son el miedo, el terror… dependiendo de la intensidad de la narración, por tanto son términos que mantienen cierta relación con ese campo semántico que se refiere al horror. No es extraño que una historia se encuadre dentro del terror pero que no contenga elementos fantásticos, y viceversa. En muchas de las historias de terror lo que sí funciona son las estructuras de suspense y de sorpresa que ayudarían a incrementar la tensión emocional acumulada en el espectador. Por tanto, no podemos olvidar la dificultad de adherir, o no, las obras al género.
Es importante destacar algunas de las características generales que podemos encontrar en estas películas que conformaron la “Edad de Oro” del fantástico-terrorífico español:
- Costes de producción bajos y gran acogida entre los espectadores (en España y en el extranjero, en dónde su venta era sencilla), es decir: rentabilidad alta.
- Esa escasez presupuestaria podía llegar a provocar cierta desorganización en la planificación del rodaje que tenía su reflejo en un producto final con un cierto caos narrativo.
- Cuidaban la “universalidad”, las historias no solían transcurrir en España, en parte para burlar a la censura y en parte para tratar de engañar al espectador español, el cual, por lo general, solía preferir los productos extranjeros al asociarlos con productos de mayor calidad.
ofrecían a los espectadores truculentas historias llenas de excesos sanguinolentos y eróticos tomando a los personajes tradicionales del género (Frankenstein, el hombre lobo o Drácula) y adecuándolos a la estética descarnada y “feísta” que caracteriza este grupo de filmes, un terror mucho más físico.